¿La figura del Estado en crisis?

Para responder esta inquietud es probable abordarla desde diferentes perspectivas. En mi caso, plantearé una descomposición partiendo desde el eje fundacional del Estado de manera teórica, hasta compararlo brevemente con el realismo actual del mundo político. 

Analicemos las bases. El inicio del “Estado”, según teoría contractualista y lo expuesto por, Patrick Riley, en donde explica que: “el núcleo de la teoría del contrato social lo constituye la idea de que el gobierno legítimo es el producto artificial de un acuerdo voluntario entre agentes libres y de que la autoridad política «natural» no existe». 

¿Qué significa esto? Es claro, el contrato social es un mecanismo artificial que se presenta entre una sociedad que se encuentra en caos (estado natural), que para el bien general aceptan de manera conjunta, sobreentendiendo que, aunque no exista un contrato físico ni firmado, aquella sociedad estará dispuesta a ser regida, dirigida y protegida por un ente de control macro que más tarde se lo conocería como “Estado”.

El Estado nace para dar reglas claras para una sociedad específica, también para servir de auditor de recursos generales, para satisfacer necesidades generales y así ver el fruto de aquel contractualismo, que ahora muchos solo denominan como “contrato social” entre el pueblo y el soberano que los gobierna.

Todo esto, pensado y creado durante los siglos XV, XVI y XVII, dando como resultados monarquías, parlamentos y el inicio de un Estado presidencialista. 

Así fue el proceso evolutivo del Estado que, con pequeños pasos pero muy estables, se constituía y establecía de manera más fuerte y global dentro de cada territorio conocido en el mundo, hasta llegar al Estado Moderno, que ya no solo era quien cumplía como protector de un territorio, sino que, ahora se ha constituido como un ente gigantesco de división entre poderes que permitan poner en una balanza pesos y contrapesos para que ningún estado (o gobernante, ejecutivo), ejerza funciones y actos sin consultar a sus paralelos (legislativo y judicial), creando así una aparente neutralidad en favor de quienes en un inicio cedieron ese poder mediante distintos mecanismos (que en la actualidad, se conoce como democracia y se ejecuta la secesión de ese poder mediante referéndums).

No queda más que plantear una interrogante. ¿La noción de Estado, ha perdido valor y legitimidad de accionar en la actualidad? La pregunta es amplia y, aun así, no existe una sola respuesta. Para muchos el Estado es necesario para proteger, formular leyes, garantizar esa protección al pueblo y sobre todo garantizar un correcto cumplimiento de las normas que se formulen. Por otro lado, existe el bloque que considera que la institución conocida como “Estado” ya no representa a los valores y necesidades de control social, sino que, ahora representa valores individuales de figuras de poder, turnándose el control entre una misma élite política, que no hace más que beneficiarse de manera corrupta y sin beneficio general popular.

En conclusión, el Estado se encuentra en un periodo de duda en cuanto a su funcionalidad dentro de los actuales temas de interés social. En el inicio de su concepción, la figura de “Estado” no contempló una gran cantidad de temas que, en la actualidad resuenan como de vital importancia. Quedan pocas opciones y la que a ciencia cierta pareciere la más apropiada es que el Estado se actualice, se innove, o de lo contrario, toda esta ola de rechazo al Estado acabará por destruir la institucionalización que tantos siglos ha costado formar de manera multinacional, ¡Es hora de un cambio!

Redacción: Adrián Cruz

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *